Fuego Enciende Fuego

Extracto del Boletín Semanal


Enero 17, 2016

“Jesús se puso en pie y alzó la voz diciendo:
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.  El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”   [Juan 7:37-39]

Los hombres de oración deben ser hombres de acero pues serán atacados por Satanás aun antes de empezar ellos a atacar su reino.

La oración, que consiste en llenar un formulario dirigido al Creador del Universo, es sólo la parte más pequeña de una labor que tiene muchas facetas. Como todo lo demás en la vida cristiana, la oración puede venir a ser coja. La oración no es un sustituto del trabajo, del mismo modo que el trabajo no puede sustituir la oración.

El libro. El Arma de la Oración, de E.M. Bounds, dice: “Es mejor descuidar el trabajo que la oración”; y en otro lugar; “Los oyentes más eficaces en esparcir el conocimiento de Dios que establecen su obra sobre la tierra y ejercen de muralla contra las amenazantes alas del mal, han sido siempre los lideres de la Iglesia, que son a la vez personas de oración. Dios confía en ellos, les emplea y les bendice”

Seguramente el despertamiento tarda porque la oración decae.

Nada teme mas Satán y el infierno que los hombres que oran.

La libélula deja con gran esfuerzo su cáscara y se adorna con brillantes alas de zafiro para el viaje de su vida, que dura tan sólo unos pocos días; pero no hay flores de la tierra mas bellamente azules que el  color de su coraza.

Así, en la esfera espiritual, los más preciosos vestidos del alma son confeccionados en la cámara de oración y teñidos en los trabajos que completan los sufrimientos  de su cuerpo que es la Iglesia.

¿No tenemos todos que confesar que nos falta ardor en la oración?

Por propia naturaleza el fuego produce fuego.  Si hay combustible a su alcance el fuego lo convierte en mas fuego.

“Ved una pequeña llama cuán grande fuego enciende” dice Santiago.

El fuego no puede producir hielo ni el diablo hacer santos; así pastores fríos no producirán guerreros en la oración.

Sin embargo, una pequeña chispa puede prender fuego a una ciudad.

De una vela pueden encenderse diez mil.

¿Queremos ver el avivamiento? ¿Queremos ver Australia lavada por la sangre de Jesús?.

Oremos sin cesar santifiquemos nuestras vidas, obedezcamos al Señor en todo.

Que el avivamiento comience en nuestros corazones.

Para que podamos ser esa pequeña llama que encienda el fuego purificador del Espíritu Santo.

Nota:- autor desconocido

¡Que Dios los bendiga!
Ps. Marisa Varjabedian