Extracto del Boletín Semanal
Marzo 20, 2016
La rebelión y un corazón duro fueron los grandes problemas de Israel, y también son los nuestros (Nehemias 9:26-30).
La necesidad de un nuevo corazón y un nuevo espíritu ha sido siempre la necesidad más grande de la humanidad. Debido a esto Dios ha provisto un nuevo pacto en el cual un corazón nuevo es posible y esta disponible para cualquiera que esta dispuesto a que esta operación se realice en su vida (ver Jeremías 31:31-3; Ezequiel 19-20; 36:25-27)
¡Pero andar fuera del sendero de Dios impedirá esta obra! Que queremos decir por “corazón” Cuando leemos en las Escrituras acerca del corazón, no se refiere un órgano del cuerpo que bombea sangre.
No es el corazón de carne en el centro de nuestro pecho que da vida y estimula al resto del cuerpo. Cuando la Palabra de Dios habla del corazón se refiere al centro de nuestro espíritu, al núcleo de nuestro ser, donde residen los más hondos motivos. Este también es el foco central del lugar donde residen nuestros problemas.
El corazón es en realidad mas profundo que nuestra mente (aunque también tenemos muchos problemas en nuestra mente).
La mente es un instrumento de análisis y lógica. Pero el corazón dicta a nuestra mente lo que debe meditar (Nuestros afectos, motivos, y lo que adoramos están en nuestro corazón).
La mente es estimulada por el corazón. El Señor Jesucristo predico acerca del corazón más que de cualquier otro tema. El corazón de los hombres es la sede de todos los problemas (Mateo. 15:18-20; Marcos. 7:21-23).
Jesús dijo: “De dentro, del corazón: de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos las avaricias, las maldades, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez”. Así que nuestra mayor necesidad es obtener un corazón tierno, renovado y sumiso.
Se nos advierte que “guardemos (proteger nuestros corazones con toda diligencia, ya que del corazón mana la vida” Proverbios 4:23
Todas las acciones elecciones y decisiones de nuestra vida brotan de lo más profundo de nuestro corazón. Aun el corazón de un creyente lleno del Espíritu Santo, con una vida crucificada, debe ser guardado continua y guardado continua y cuidadosamente en contra del orgullo y del abuso (2 Corntios 12:7).
Desconocemos lo que hay en nuestro corazón.
No nos conocemos, ni sabemos cuales son nuestras verdaderas necesidades (2 Cronicas 32:31).
Dios, permite que situaciones y personas vengan a nuestra vida para mostrarnos lo que hay dentro de nuestro corazones (1 Cronicas 28:9).
Dios lleva a su gente a través del desierto para mostrarles lo que hay dentro de ellos (Deuterinomio 8:2).
El propósito de tiempos afligidos y difíciles es ayudarnos a ver lo que yace dentro de nosotros mismos. En realidad desconocemos nuestros corazones, Dios tiene que mostrárnoslos.
El salmista oraba para que Dios le mostrara su Yo. “Líbrame de los errores que me son ocultos” (Sal.19:12). “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos” (Salmos 139:23-24).
Pablo dijo que él quería conocerse a sí mismo como Dios le conocía (1 Corntios 13:12).
El confeso también que desconocía lo que había en su corazón, pero que Dios sí lo sabía (lea 1 Corintios 4:3-5; Levíticos 4:2-3; 4:13; Lucas 9:5S.)
Jeremías dijo que el corazón es engañoso y desesperadamente perverso, pero que nadie puede conocerlo.
Dios tiene que mostrarnos lo que Él ve; Es orgullo pensar que nosotros por nuestra intuición, instinto o inteligencia podríamos discernir lo que hay en los corazones de otros o lo que hay en nuestro corazón, si no es por revelación divina.
El Señor es el único que lo sabe y es Él quien nos lo debe enseñar. (Proverbios 21:2; Jeremías 17:9-10).
Job no podía ver el problema en su corazón. Después de convencerse de su necesidad, el la confeso y fue liberado de su prueba. Después de conocer a Dios, lo más importante para nosotros es conocernos a nosotros mismos y saber que es lo que esta en el fondo de nuestros problemas.
No seremos librados de una atadura hasta que la veamos, la confesemos y le pidamos a Dios su misericordia y limpieza. Noventa por ciento de la solución esta en reconocer el problema.
Lo que pensamos que es la solución, y lo que verdaderamente es la solución, son dos cosas muy diferentes.
En lo natural puede tener un dolor intenso en su pierna y creer que tiene un problema con su pierna, pero la verdadera raíz del problema podría residir en su columna vertebral debido a la presión de un nervio. La analogía es aplicable a nuestra vida espiritual también pídale a Dios que le muestre cual es la verdadera raíz de sus problemas.
¡¡Se sorprenderá!! ¡¡Jesús viene otra vez!!
Nota:- autor desconocido
¡Que Dios los bendiga!
Ps. Marisa Varjabedian